El desarrollo de la tecnología del Concreto data de muchos años atrás. La historia afirma que desde el 5.600 A.C. se comenzó a hacer uso de formas similares a lo que hoy conocemos como concreto. Desde aquella época, siempre se construyó con concreto simple (sin refuerzo), pero este material presentaba deficiencias para soportar esfuerzos de tracción, haciendo que se optara casi siempre por construcciones con grandes espesores (hasta de 8 m) o elementos en arco. Observando esta deficiencia, los Romanos para el 500 D.C., intentaron reforzar con franjas o varillas del bronce, pero el ensayo fue fallido, pues no se logró incrementar la resistencia a la tensión del concreto y por el contrario la alta tasa de expansión térmica produjo descascaramientos y fisuras. Para la mitad del siglo XIX, comienza el avance del concreto reforzado con acero y finalmente, entre 1920 y 1945, se presenta uno de los grandes hitos de la historia de la construcción. Eugéne Freyssinet, retoma una idea de German Bader y lanza la tecnología del CONCRETO PREESFORZADO, permitiendo trabajar el concreto en su máxima expresión. A partir de este punto, inicia a una escala abrumadora el uso de esta tecnología. Esto se ve reflejado en países como Estados Unidos, que tienen un 70% de sus estructuras para puentes, construidas en concreto preesforzado.