Descripción de la obra
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El hombre más honrado, más respetado, puede ser
víctima de la Justicia. Es usted, por ejemplo, buen padre, buen esposo, buen
ciudadano y anda con la cabeza bien alta. Cree que no tendrá que rendir cuenta
alguna a los magistrados de su país. ¿Qué fatalidad podría hacerle pasar por un
malhechor cuando no por un criminal?
Pero esta fatalidad existe y lleva un nombre: error
judicial.
No hay que sorprenderse: hacer justicia es una tarea
difícil. Numerosos elementos exteriores pueden afectar al juez más atento y
escrupuloso. Una información inexacta, un documento apócrifo, un testimonio
falso, un peritaje de conclusiones erróneas, pueden concurrir en la condenación
de un inocente.
Hay que ir más allá y admitir que por haber conocido
mal una o varias premisas esenciales de un proceso, el juez que inflige en
materia penal una pena desproporcionada con la gravedad de la falta cometida o
concede a la víctima daños y perjuicios insuficientes, tampoco hace una
justicia exacta.