Descripción de la obra
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El
Estado se puede comparar muy bien con una pirámide, que resulta bonita si tiene
la proporción adecuada: abajo descansa sobre una base sólida y disminuye
siempre hacia la punta de tal forma que la parte más baja soporta completamente
a la más alta. Para ver esto bien claro, vamos a estudiar juntos primero la
punta; después, el centro, y, finalmente, la base.
La
punta es especialmente defectuosa si la parte de arriba es demasiado gruesa, o,
para explicarlo mejor, si la familia soberana aumenta demasiado, si todos los
príncipes se casan y las princesas reclaman una dote, de modo que arriba haya
más habitantes que abajo.
Vamos,
por tanto, a ocuparnos de la parte central. Según la proporción piramidal más
sólida, al número uno le sigue el número dos, y así el tronco se deforma si
arriba se sobrepasa esta proporción y los altos cargos aumentan demasiado en
torno al cuello.
De
la base no hay que decir nada más que no puede ser ni demasiado numerosa, ni
demasiado fuerte, ni poco unida; que donde se carece de todo esto, aquí donde
aparece una laguna tras otra, una piedra partida, la otra corroída por la
acción del tiempo y la tercera robada, necesariamente tiene que derrumbarse
toda la pirámide.