Junto con los satélites, los magnetoscopios y la telemática, la televisión por cable supone un cambio radical y profundo en la comunicación audiovisual. Inaugura la era de la abundancia de programas y de la participación del ciudadano en el funcionamiento de los medios. De este modo, hace posible una nueva forma de distribución de la información y del conocimiento que tendrá consecuencias inexorables sobre nuestra sociedad y nuestra cultura.