Descripción de la obra
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Desde siempre, la especie humana, como todos los vertebrados y una gran parte de los invertebrados -pero no así la mayoría de las plantas-, ha sido "gonocorista", es decir, poseedora de dos clases de individuos, dotada cada una de ellas de un sexo diferenciado. Y aunque ya Platón en su "Symposio" deba una explicación mitológica, pero biológicamente casi correcta a la existencia de los intersexos, olvidada ya la doctrina de la antigüedad clásica, durante toda la Edad Media, el Renacimiento y hasta nuestros días ha prevalecido una idea integral de los sexos como de algo inmutable e inmiscible. Los intersexos en el pasado se ignoraban o se condenaban. Y así hasta muy entrado el siglo XVIII. Sólo entonces, con el comienzo de la anatomía patológica, se empiezan a publicar los primeros casos de hermafroditismo y de pseudohermafroditismo, Haller, Bavern y Roemhil, Tilesius, pero reconociéndolos como anomalías puramente orgánicas, sin sustrato endocrino alguno. Por otra parte, las secreciones internas no eran entonces, no ya conocidas, sino ni siquiera sospechadas.