A quienes viven en alguna parte del globo tan congestionada como Gran Bretaña les costará bastante hacerse a la idea de que el problema del aparcamiento no viene planteándose entre nosotros de antiguo, sino desde tiempos recientes, y de que por tratarse de un problema que nos coge de nuevas debiéramos sentirnos esperanzados por encontrar, al fin, soluciones satisfactorias para todos. Los coches encierran en sí mismo la promesa de satisfacer una necesidad muy enraizada entre nosotros. En efecto, la gente quiere ser propietaria de coches, lo cual significa que el problema del aparcamiento no tiene visos de desvanecerse por si solo. Una mirada rápida sobre los antecedentes históricos nos ayudará a examinar el tema con cierta visión de conjunto.