Descripción de la obra
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Los últimos años han conocido un deterioro considerable de la vida pública. La clase política aparentemente más preocupada por su propia reproducción que por las necesidades y aspiraciones de la sociedad a la que dice servir, se desgarra en peleas internas - por el poder, o por parcelas de él - en las que no rigen, no ya las reglas de la ética, sino tampoco las de las cortesía. Mejorar el tono de la vida política tiene mucho que ver con medidas legislativas; pero tiene más que ver con el rearme ético de la sociedad; una sociedad que, a través de la educación, de un uso juicioso de los avances técnicos y de un funcionamiento responsable de sus instancias vertebradoras - sea capaz de acentuar, frente al individualismo insolidario, los rasgos comunitarios y con ello, tomar en sus manos su propio destino. El malestar de la vida pública es una reflexión realista y ponderada y seguramente por eso progresista - sobre la degeneración de lo público, en su doble vertiente, de lo político y lo comunitario y una llamda a su reconstrucción a partir de criterios éticos. Es sobre todo, una guía de caminantes en momentos de desconcierto como los que actualmente se viven.