Durante la década de los noventa se privatizó la mayoría de la empresas telefónicas estatales de América Latina. Las relaciones entre el Estado, las empresas privadas y los sindicatos se transformaron drásticamente mientras se modernizaban las redes nacionales mediante el reemplazo de la tecnología digital. Se trata, sin embargo, de una etapa de transición hacia la liberalización de las telecomunicaciones prevista para el inicio de nuevo milenio.