Los Mayas / 1519: la expedición de Hernán Cortés recorre la costa de la península del Yucatán, donde descubre ciudades mucho más ricas que las del Caribe, de donde procede. Pero dejándose llevar por los rumores que circulan sobre la existencia de un gran imperio situado en los confines de las tierras mexicanas, la expedición deja atrás el mundo maya. Habrán de transcurrir unos cuantos años para que los conquistadores se aventuren por las selvas de Centroamérica, pero una vez en ellas descubrirán un espectáculo asombroso: templos, palacios, estelas monumentales, vestigios todos ellos de una antigua civilización con más de tres mil años de historia que alcanzó su máximo esplendor en el siglo IX de nuestra era, y sumida en franco declive cuando los españoles la descubren. Pero del oro, ni rastro. Las ciudades mayas vuelven a caer en un largo olvido del que no saldrán verdaderamente hasta mediados del siglo XIX, cuando "descubridores" como John Stephens, Frederick Catherwood, Désiré Charnay y Alfred Maudslay ponen fin a las elucubraciones románticas sobre tan apasionante civilización. Poco a poco, los arqueólogos van dibujando el verdadero rostro de la cultura maya: su escritura jerogíflica, la estructura de su poder —concentrado en torno a una serie de ciudades-estado rivales entre sí, como Palenque, Copán, Chichén Itzá y Tikal—, sus ritos con sacrificios humanos, su complejo panteón, sus reyes sacerdotes, su arquitectura y su artesanía, su sociedad fuertemente jerarquizada. Éric Taladoire, arqueólogo especializado en el mundo maya, consigue hacer revivir cada una de las diferentes facetas de su extraordinaria cultura.