Los seres humanos que enferman de la mente plantean a esta sociedad, orientada hacia una alienante búsqueda del placer puro, un acertijo difícil de resolver. De alguna manera, el que perdió la razón está a manos de comunidades que adolecen de no menos indigencia judicativa. La sociedad está plagada de inhibiciones y de miedos que le impiden exteriorizar la bondad y la belleza básica que cada hombre encierra en su verdadera forma en su verdadera forma. el bien y la búsqueda de la verdad son el punto de partida de la vida humana. Son los instrumentos del hombre, olvidados en algún lugar del camino. Sin estos aliados, su amalgama se ha vuelto débil y vulnerable. Sólo le es posible establecer alianzas tácticas con los aspectos más superficiales de la vida. Es inútil y engañosos considerar sana a una sociedad cuando sus individuos, por diferentes razones, se ven arrojados al alcoholismo, al uso indebido de drogasy al crecimiento de los suicidios, del comportamiento delictivo y de otras formas de sufrimiento emocional. A su vez, estos individuos en su conjunto conformarán un vasto sector poblacional marginalizado, que habrá de provocar un inevitable descenso del promedio de bienestar del resto de los integrantes en un movimiento dialécticamente fatal. Por estas consideraciones y por muchas más que se expresan a lo largo de este libro, no puede deslindarse la problemática del enfermo mental de la que signa la existencia del hombre contemporáneo, porque entre ambos hay tanta diferencia como la aristotélica relación entre la potencia y el acto.