Se puede considerar la fotogeología como aquella rama de fotografías aéreas. El desarrollo de los satélites, sensores remotos y ordenadores ha originado un gran auge de la teledetección, principalmente en los años setenta, auge que no sólo ha relegado el uso de las fotografías aéreas sino que lo ha incrementado, ya que por su bajo coste, fácil adquisición, gran escala y visión en relieve son las fotografías aéreas la herramienta primaria del fotogeólogo y son imprescindibles en los estudios realizados con imágenes satelite. Y es que ningún ordenador ni técnica espectral puede sustituir por completo al cerebro humano en ese complicado proceso de apreciar los datos útiles, suprimir los superfluos, saber cuándo dos texturas distintas a ambos lados de una línea corresponden a diferentes cultivos o a un contacto por falla o reconocer de un vistazo si una estructura es sinclinal o anticlinal, como se reconoce a Charlot y a una paloma en la fig 1-1, cuando el ordenador más sofisticado sólo sabe distinguir un conjunto de figuras geométricas.