Por primera vez, todos los países de una importante región del mundo han decidido explorar conjuntamente las relaciones dinámicas entre su medio ambiente y su desarrollo económico y social. Vinculados entre sí por un mar común, que se han comprometido a proteger, los países mediterráneos han comprendido que la degradación del medio marino procedía, sobre todo, de sus propias actividades en tierra -tanto en las regiones costeras como tierra adentro- y que la protección del mar dependía de la convergencia de efectos de acciones múltiples acometidas no solamente a nivel local sino también a nivel nacional e internacional. Por todo ello han convenido, en el marco de su Plan de Acción para el Mediterráneo, el acometer la exploración de los futuros posibles de toda la cuenca mediterránea. Ese es el objeto del Plan Azul. No se trata de un simple esbozo geográfico de las particularidades económicas, sociales y medioambientales que, por su combinación, caracterizan y dominan la región, sino, ante todo, de un trabajo de perspectiva destinado a analizar la evolución del sistema medio ambiente/desarrollo, a poner en evidencia el encadenamiento entre las acciones y los resultados, a mostrar las consecuencias para mañana de las decisiones que se adoptan -o de las que no se adoptan- hoy, a identificar los desafíos y a descubrir las rupturas que pueden surgir a medio o largo plazo.