"La prueba del laberinto" recopila una serie de sueños de adultos que en la noche fabrican cuentos, situaciones, metáforas. De este modo, sus preocupaciones adquieren otro rostro, como sí la emoción del día se vistiera diferente durante la noche, a la manera de un actor de teatro, para declamar sobre aquello "lo que no va". Un hombre, soñando por su novia, disgustado con su empleador a punto de ser padre; una madre sola con su niño y una violencia interior que destaca en el sueño; una pareja y la pregunta sobre el éxodo... La mañana lleva la vida cotidiana y las imágenes de la noche. Así, una dialéctica se instala entre los sueños, revelando no sólo un mundo de cuestionamiento, de encierro y preocupación individual sino también una figura mitológica de la Grecia antigua: la prueba del lanberinto o las aventuras de Theseo y del Minotauro. El simbolismo en su aspecto colectivo se comporta como una figura cultural soportando y explicando una postura individual. Poner un fin a ideologías de sacrificio ya sean gubernamentales o familiares será entonces el objetivo no solamente de Theseo, el heróe griego, sino también de hombres y mujeres que buscando la salida del laberinto inventan una vida.