La superficie de la Tierra está constituida por un conjunto de ambientes con sus recursos, potencialidades y limitaciones. Cada porción o unidad de esta superficie descansa sobre ciertos tipos de rocas o de depósitos superficiales no consolidados, muchos de los cuales tiene gran importancia para el hombre como recursos minerales o como materiales de construcción. Por otra parte, la morfología de la superficie de la superficie condiciona ciertas actividades humanas, mientras que en otras ocasiones, por ejemplo, la presencia de aguas superficiales o subterráneas, así como de suelos adecuados, determina o no la existencia de una agricultura productiva.