El sueño utópico de un morfólogo es poder contemplar a simple vista el mundo microsópico con los aumentos y la resolución deseada. Esta visión imaginaria del microcosmos sería coloreada, tridimensional y cambiante. En estas condiciones la comprensión de las formas orgánicas y sus modificaciones sería sencilla y no habría que recurrir a grandes esfuerzos de imaginación espacial, tal como ocurre cuando a partir de las imágenes de las imágenes bidimensionales estáticas, que nos proporcionan tanto la microscopía óptica electrónica de transmisión, queremos reconstruir tridimensionalmente las estructuras orgánicas dinámicas, que paradójicamente, previamente hemos paralizado por los fijadores y destruido por medio de una laboriosa tarea de cortes seriados. Pues bien el microscopio electrónico de barrido permite, al menos en parte, esta visión utópica del mundo microscópico, ya que proporciona imágenes pseudotridimensionales en un rango elevado de aumentos y de resolución.