Descripción de la obra
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La
doctrina de la prueba constituye una de las partes fundamentales y más
importantes en la ciencia del proceso judicial.
Esto se
explica, ante todo, por la propia esencia, por el contenido del proceso, por
sus propias misiones, relacionadas con el establecimiento de fenómenos,
circunstancias y hechos concretos, con su análisis y las deducciones que de
éste se desprenden, a base de las cuales toma cuerpo el fallo o sentencia.
El deber
más importante del tribunal consiste en establecer de manera definitiva los
hechos que se refieren al asunto que se investiga, y, con ayuda de ellos,
determinar las relaciones de unas u otras personas con el asunto en cuestión
(en el proceso criminal, el acusado; en el proceso civil, el demandante o el
demandado); en calificar estos hechos desde el punto de vista de los
imperativos y principios del derecho positivo y, en el proceso criminal, en
calificar también los actos del acusado desde el punto de vista de su
peligrosidad social y, de acuerdo con ello, aplicar sanciones concretas.
Este deber
del tribunal es extraordinariamente complejo y de gran responsabilidad, ya que
el fallo o la sentencia que entran en vigor, adquieren carácter obligatorio
para todos, conviértense en requerimiento cuya indiscutible puesta en práctica еs obligación de todo ciudadano.
En este
sentido es justa la fórmula del Derecho romano que reconoce como verdad el
fallo del tribunal (res judicata pro veritate habetur). La obligatoriedad
general del fallo, su carácter inmutable y lo incontestable de su cumplimiento
constituyen uno de los principios más importantes del gobierno del Estado.
Sobre este principio descansa en considerable grado la autoridad del Poder
judicial, que no admite la ignorancia de las decisiones suyas ya entradas en
vigor.