La infancia y la adolescencia son períodos de la vida humana caracterizados por cambios continuos, tanto a nivel orgánico como psicólogico. Son etapas vitales en las que esta evolución orgánica, tienen lugar importantes transformaciones psicológicas. El niño comienza a desarrollar habilidades progresivamente más numerosas y complejas que le permitirán una mayor autonomía y adaptación a su ambiente físico y social. En muchas ocasiones estos procesos dan lugar, felizmente, a un ser humano biológica y psicológicamente maduro. Hay otras ocasiones, sin embargo, en las que el desarrollo puede verse afectado y, en concreto, el desarrollo psicológico o el comportamiento del niño alterado de manera más o menos pronunciadam de forma temporal o permanente. Cuando los comportamientos problemáticos o los déficits conductuales son persistentes, llegan a incapacitar al individuo para llevar a cabo la vida normal que de él se espera según su edad y características, afectan su adaptación e integración en el entorno cultural y social, e incluso repercuten en su vida adulta. También pueden producir una gran preocupación y sufrimiento a sus familiares y profesores, y pueden llegar a afectar el normal funcionamiento de la familia y del grupo escolar al que pertenece el niño.