Descripción de la obra
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El Derecho no es una ciencia sino una actividad
práctica, y los mitos pueden impresionar la imaginación y la memoria en casos
en que un discurso más exacto dejaría fríos los espíritus.
Valioso como es el lenguaje del sinsentido
trascendental para muchos propósitos jurídicos prácticos, es enteramente inútil
cuando se trata de estudiar, describir, predecir y criticar fenómenos
jurídicos. Y aunque los jueces y los abogados no tienen por qué ser científicos
del Derecho, es de alguna importancia práctica que ellos reconozcan que el
lenguaje tradicional empleado en los alegatos y en los votos no explica ni
justifica las decisiones de los tribunales. Cuando las vividas ficciones y
metáforas de la teoría jurídica tradicional son concebidas como razones para
las decisiones, más que como artificios poéticos o mnemotécnicos para expresar
decisiones alcanzadas sobre otras bases, entonces tanto el autor como el lector
del voto o del alegato pueden llegar a olvidar las fuerzas sociales que moldean
el Derecho y los ideales sociales por cuyo medio el Derecho ha de ser juzgado.
Es así que los jueces más inteligentes de los Estados Unidos pueden lidiar con
un problema práctico y concreto de derecho procesal y de responsabilidad de las
personas jurídicas, sin ninguna apreciación de las cuestiones económicas,
sociales y éticas que el problema implica.