Descripción de la obra
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El valor de una sociedad no puede medirse en función
de los principios reconocidos en su constitución. Las inscripciones grabadas en
sus monumentos y las muletillas que repiten sus oradores tampoco sirven para
determinar hasta dónde ha avanzado una sociedad por el difícil camino que
conduce a una comunidad digna del hombre.
El valor de una sociedad depende de la importancia
que asigna a las relaciones del hombre con sus semejantes en su comunidad.
Ocurre con frecuencia que el valor de las relaciones que efectivamente existen
se disfraza con referencias a principios y se oculta tras mistificaciones. Se
dice a menudo que los principios son “sagrados” y tienen validez “eterna”;
frecuentemente se los justifica recurriendo a garantías divinas. Sin embargo,
es y sigue siendo un hecho indiscutible el que la apelación a un principio
“sagrado” y “eterno”, provisto de una “garantía divina”, no basta para hacer
que sean humanas las relaciones que efectivamente abarcan y dan forma concreta
al reconocimiento del hombre por sus semejantes.
En la convicción que expresan estos dos párrafos se
sustenta el contenido de esta obra. Procuraremos justificar en estas páginas
dicha convicción, pero nos pareció útil señalar explícita-mente esta idea
rectora al principio mismo de nuestro estudio.