Descripción de la obra
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Hoy el delito se ha transformado en un riesgo social.
Un riesgo: porque la configuración de la responsabilidad penal ya no puede ser
prevista más de manera absoluta y a priori, sino que se presenta como un dato
incierto, cuando de mera suerte; y porque ella depende, cada vez con mayor
frecuencia, de factores diversos de la comisión culpable de una conducta
lesiva. Aunque conservando las tradicionales semblanzas formales de una libre
elección subjetiva, el delito se encamina progresivamente a fundarse sobre
factores que son (en gran parte) independientes del individuo, esto es, sobre
factores que el individuo – hasta el mejor – no está en condiciones de dominar
o de controlar.
En otras palabras, la máscara del delito tiene una
impronta moral: el delito aparece como la libre y (por tanto) reprochable
elección individual de un comportamiento cargado de disvalor ético y/o social.
Pero el verdadero rostro del delito es, hoy amoral: moral o socialmente neutro,
prescinde de categorías de valor y su ejecución está dominada por la
casualidad.