Descripción de la obra
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La justicia misma concibió muy pronto la
independencia como «su» independencia, continuando ininterrumpidamente sus
actividades con sentido patrimonial, aun después de desaparecer la función
original a la que había sido destinada aquélla. Por este motivo, la historia
posterior de la independencia se caracteriza a grandes rasgos por el intento
del sistema judicial, de querer asentar los frutos de la doctrina clásica de la
independencia y encauzarlos hacia una mayor autonomía. Tales objetivos tuvieron
su origen en el problema de la «supervisión judicial», el cual había quedado
sin resolver en aquel entonces y habría de pasar a ser más tarde el problema de
la «administración de justicia» —conduciendo, a veces bajo el lema «reforma de
la justicia», otras bajo la consigna «justicia independiente»—, a una lucha por
conseguir mejoras en el ámbito de nombramiento, promoción, retribución,
inspección jerárquica, administración propia, etc. Este movimiento, que aún
continúa y que en conjunto tuvo un éxito mediocre, representa en sí una sólida
y perdurable fusión, al tener su origen tanto en el Derecho absolutista de la
función pública como en la subsecuente constitución de la justicia en cuanto
autónoma burocracia estatal.