Descripción de la obra
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Es una
constatación cotidiana el que la mayor parte de los niños cometen hurtos; ellos
mismos manifiestan clara y conscientemente que saben que no se debe robar. Y
prometen no volver a hacerlo. No obstante la promesa, vuelven a delinquir. En
consecuencia, los padres se sorprenden y los maestros manifiestan que, o el
niño miente cuando dice que sabe que el hurto está prohibido, o creen que es
tan corrompido que no es capaz de cumplir su palabra; personas muy inteligentes
opinan que en estos casos existe cleptomanía o moral insanity. Pero, si
analizamos esta conducta anormal del niño, llegaremos a la conclusión de que lo
que el menor promete no es más que una adaptación a un ambiente moral superior.
Él ha oído decir y se le ha enseñado que no se debe hurtar, repitiendo
automáticamente las palabras que aprendió de los mayores. El lenguaje es una
forma de adaptación en la sociedad, lo mismo que el color es la forma de
protección de algunos animales. En nuestras consideraciones no describiremos
los aspectos que se relacionan con las malas observaciones pedagógicas, ni
tampoco nos referiremos al desarrollo de los conceptos que la niñez tiene de la
propiedad, ni menos aún pretenderemos explicar el problema con el auxilio de
cuestionarios, para que las respuestas infantiles sobre la propiedad sean
aclaradas de una manera casuística, sino que procederemos psicogenéticamente,
para saber cómo se desarrollan las reglas de conducta del hombre en formación y
cuál de ellas, en forma patológica, se inclina al latrocinio.