Descripción de la obra
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El
sistema penal que hemos conocido hasta ahora estaba pensado para la persona
física y construido sobre la base de las relaciones causales. Los delitos dicen
nuestros códigos son acciones u omisiones. Sin embargo, sobre esos presupuestos
no es posible extender la responsabilidad penal a comportamientos que, en
ocasiones no realiza el ser humano y que no pueden ubicarse ni en el tiempo ni
en el espacio. La aparición del internet da al traste con los criterios de
territorialidad y se compadece mal con el principio según el cual los delitos
resultan cometidos allá donde se produce la acción o con el criterio clásico de
la dimensión temporal del delito, según la cual se entiende producido en el
momento en que el sujeto ejecuta la acción u omite el resultado.
La
cibercriminalidad y sus consecuencias directas o colaterales para el sistema
penal son de tal magnitud que el mundo del derecho tampoco ha sido capaz de
reaccionar a tiempo. Es necesario que hagamos un gran esfuerzo por asegurar que
estos cambios vertiginosos en el ordenamiento jurídico con el objetivo de
luchar contra esta criminalidad no terminen convirtiéndose en una coartada para
consolidar unas políticas criminales empeñadas en limitar el acceso de las
personas a sus derechos. Con este panorama la obra, que va a comenzar a leer,
tiene el valor añadido de reflexionar sobre estas reformas, estas nuevas
tipificaciones desde la visión crítica de unos juristas comprometidos con las
exigencias de un Estado de Derecho.