Los acontecimientos que se vienen sucediendo en la Europa del Este —Hungría, Polonia, República Democrática Alemana...— no son más que el producto de un descontento que se remonta a la década de los cincuenta de este siglo. Concretamente en Hungría, el año 1956 y las revueltas de octubre-noviembre —dirigidas por el anticipador de la perestroika Imre Nagy— Constituyen hitos a los que las reformas actuales se remiten sin cesar. Esta tradición crítica ha encontrado un apoyo intelectual en los seguidores más directos del gran pensador húngaro György Lukács. Fue el mismo autor de Historia y conciencia de clase quien, antes de morir en 1971, lo englobó en la denominada Escuela de Budapest. Agnes Heller, Ferenc Feher, György Markus, Mihaly Vajda, András Hegedus y otros miembros de la Escuela han venido desarrollando un paradigma teórico de indudable actualidad y eficacia para atacar la crisis de legitimación que se da no sólo en sus países de origen, sino en todo el bloque occidental.