Este libro analiza un aspecto determinado de la caida del régimen comunista en la unión sovietica: la influencia recíproca entre el comportamiento de las élites políticas y el de las masas y su impacto sobre el resultado final del proceso de cambio. El análisis se centra en la relación entre el movimiento minero, protagonista de una de las movilizaciones de protesta más importantes de todo el período de la perestroika, y las élites políticas en el gobierno central, en los gobiernos regionales y en las filas de la oposición al régimen comunita. El movimiento minero, surgido de la oleada de huelgas que recorrio las más importantes cuencas minras de las URSS en el verano de 1989 y fortalecido tras las movilizaciones de 1990 y 1991, desató un proceso de fragmentación política entre las élites del regímen y de la oposición contribuyo en gram medida al debilitamiento del monopolio político de los actores a las numerosas paradojas que aparentemente acompañaron la relación entre las élites políticas soviéticas y el movimiento minero.