"La ilusión económica", sin negar la existencia de leyes específicamente económicas, muestra que éstas únicamente pueden expresarse dentro de un marco mucho más amplio, cultural y antropológico. Fuerzas profundas, tales como la estratificación educativa y su movimiento, los ritmos demográficos o los valores familiares heredados de un pasado muy lejano, definen un universo de posibilidades y de objetivos fuera del cual la actividad del "homo oeconomicus" no tiene ningún sentido. Como se explica en la obra, la vida económica es consciente, la estructuración cultural subconsciente y el sistema familiar inconsciente.