L eterna lucha entre el instinto y la razón entre necesidad y contingencia, es el substrato de esta reflexión. La realidad del hombre es otra muy distinta a lo que manifiesta en su vida cotidiana, a su intimidad - su ethos - a , la voluntad que habita en el como condición de posibilidad a la espera de la praxis; a la espera de, mediante ña voluntad, re - presentar ónticamente lo presente categorial. Los entidos y el vínculo con la tierra son negados a pesar de su necesidad de expresión así, la verdadera tragedia de la existencia radica en que el hombre sabe que esta necesariamente obligado a lo que es, a su propia condición de posibilidad ontológica: no pudiendo renunciar a ella, porque, aunque la ignore, la conoce y , aunque la rechace, la quiere. Es por tanto, la expresión de lo que es la exteriorización del ethos - de los primero y prncipal - lo que entendemos por estética; más aún por eso ésta ha de considerarse el fundamento de la eticidad. Aquello ante cuya presencia nos atormentamos, aquello tan trágico y doloroso que, de alguna manera, hacemos nuestro; aquella superioridad en la que sentimos el reflejo de nuestras posibilidades inactuales, a pesar de todo prohibidas, es a lo que se renuncia sin querer asumir que la conciencia, que es de la que se nutre la voluntad en el devenir, conoce la realidad ontológica en cuanto a finalidad óntica.