El principio de la igualdad de derechos y de la libre determinación de los pueblos, que en su formulación primitiva fue sólo el derecho de los pueblos a la libre determinación, aparece en la escena internacional en el momento en el que un mundo que se creyó sólidamente cimentado comprueba, en la convulsión de la Gran Guerra, la postura crítica ante ellos no puede ser considerada ya como una postura propia de intelectuales; es el hombre medio quien ha perdido su confianza en tales cimientos y su impugnación de los mismos toma cuerpo en una serie de convulsiones políticas y sociales que tampoco es posible enjuiciar ya como manifestaciones de esas tendencias anómalas que se dan siempre en cualquier sistema social pero que éste puede perfectamente enfrentar y dominar. Aún para el más conservador de los políticos -decimos "políticos", no "ilusos"- se hace patente la necesidad de introducir serias reformas en un edificio que se han resquebrajado tan gravemente por todos lados.