Se hace imprescindible e impostergable una profunda revisión en los cimientos de nuestra medicina actual. Al hacerlo, la unidad inquebrantable de la naturaleza humana y general recuperaría su lugar justo por derecho. Es necesario desandar valientemente el camino para retomar el correcto. Hasta hoy nuestros horizontes han sido espejismos pues cada vez que hemos creido llegar, llegamos a un punto cero y tenemos a ciegas que volver a comenzar. Sabido es que toda gran incógnita encierra una sencilla verdad. Este fin de siglo XX y ya comienzos del XXI, son decisivos para marcar el término a tanta equivocación.