Este libro presenta los más impresionantes testimonios de las víctimas de la radiactividad. De Estados Unidos a Chernobyl, de Gran Bretaña a la India, de Brasil a polinesia, hombres y mujeres sufren en su carne las consecuencias de una fuerza incontrolada e incontrolable. Es verdad que desde el final de la Segunda Guerra Mundial, y tras la destrucción de Hiroshima y Nagasaki, las armas atómicas no han vuelto a ser utilizadas en contienda alguna. No se han detenido, sin embargo, la fabricación de armamento nuclear más o menos reconocida tanto en los países más poderosos como por las potencias regionales, las pruebas atómicas en la tierra o el mar, la extracción de uranio a cielo abierto y los accidentes en las centrales productoras de energía nuclear. Todo ello ha colaborado al aumento incesante del número de afectados por la radiactividad hasta conseguir que la contaminación atómica sea uno de los riesgos que, con toda certeza, amenazan la vida de nuestro planeta.